Cofundador de la agencia y responsable de que todos crezcamos, aprendamos y nos sintamos orgullosos de lo que hacemos, sin que se nos vaya la sonrisa.Piensa que dormir está sobrevalorado, y que deberíamos comer más. Nunca adivinarás su cantante favorito, ni su equipo de fútbol.
El 28 de enero de 2019 cumplimos cinco años. Aprovechando que pasamos a la adolescencia, queremos contarte toda nuestra historia: desde el complicado parto hasta la bonita infancia.
La historia de Marketing Paradise no empieza en un garaje típico americano, sino en un bar español.
Quedé con Javi para vernos, después de unos cuantos años sin hacerlo. Nos conocimos en la Universidad, pero una vez salimos de allí estuvimos algo desconectados. Él estudió comunicación audiovisual y yo periodismo, pero ambos trabajábamos en marketing desde hace tiempo.
Ese día surgió la pregunta más peligrosa de nuestras vidas: “¿Y si montamos una empresa?” Nos dio tanto miedo responderla que nos dimos unas semanas para pensarlo.
La siguiente cita no fue en un bar, sino en una conocida cadena de “hamburguesas”. Aprovechamos su wifi para ver con qué agencias de marketing digital íbamos a competir.
Queríamos entender qué servicio se daba en ese momento, para tener la certeza real de que este no es todo lo bueno que debía ser, y que había espacio para alguien que hiciera las cosas bien de verdad.
Esa tarde-noche se aclararon nuestras dudas. Llamamos a 10 agencias, y ninguna sabía realmente lo que estaba vendiendo. Valga como resumen esta frase: “El SEO es como las patatas, unas veces crece y otras no”.
Ahí entendimos que sí, que había hueco para gente que le pusiera más cariño a las cosas.
Cualquiera con poco aguante hubiera abandonado esta empresa rápidamente.
Los primeros 3-4 meses ni siquiera montamos una sociedad. Diseñamos una web para empezar a vender y compaginábamos nuestros trabajos con la gestión de los clientes que iban entrando, estirando nuestras jornadas hasta las tantas todos los días.
Queríamos llenar la piscina un poco antes de tirarnos… Hasta que se llenó de golpe.
De repente apareció un cliente muy, muy, muy grande. ¿Cómo de grande? Pues del que te va a hacer facturar unos 18.000€ mensuales por unas campañas que podíamos gestionar nosotros dos sin problemas. Es decir, un proyecto que nos podía dejar al menos 9.000€ a cada uno con inversión nula.
La posibilidad me pilló a mí en Australia, donde estaba visitando a mi hermano. Llevaba literalmente dos días allí cuando me tocó volverme. Así que me hice Madrid-Melbourne (24 horas de vuelo) y Melbourne-Madrid de nuevo.
Llegué, dejamos nuestros trabajos, montamos una sociedad en tiempo récord (con la que poder firmar el contrato) cogimos una oficina… y a los 20 días el proyecto se cayó.
Todavía me duele la bofetada en la cara cuando recuerdo ese día. Pero de aquí aprendí la lección más importante desde que empezó la aventura: nunca renuncies a una experiencia personal por el dinero.
Cambié pasar un mes en Australia con mi hermano y mi padre por un cliente. Hay que ser imbécil.
Total, que nos encontramos los dos ya sin trabajo, sin paro, con una oficina alquilada y un puñado de clientes de los que no podíamos vivir.
Ese primer año ganamos mucho menos de lo que teníamos en nuestros antiguos empleos.
Pero aquí no acaba la historia… Tienes la segunda parte aquí.
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